La Nación - Buenos Aires - 1983

Este es el infierno que a algunos les aguarda

Y vendrán a buscarnos todos los insectos

que alguna vez matamos,

porque sí, al azar.

Y los "no" que dijimos sin saber la razón;

lo que hicimos y dejamos de hacer

porque sí, nada más.

Nos saldrán al encuentro

las miradas que negamos a quienes las pidieron;

los besos que no dimos, la pasión simulada;

la palabra con dolo, el amor que engañamos,

el reproche ya inútil, la burla innecesaria;

el escarnio, la mentira, la mezquindad, la náusea.

Vendrán los cuerpos flacos de quienes rechazamos,

y un torrente de vino, de whisky , de vapores,

se mezclará a sudores sudados sin sentido

en el juego egoista de la autosatisfacción.

Acudirán los pordioseros a los que no socorrimos,

los que tuvieron hambre mientras nosotros comíamos,

aquellos que querían algo de favor:

la mujer que soñó poner la mano

-como un garfio-

en el pecho viril del joven nadador;

la deforme, la torpe, la ingenua, la dejada,

la que no miramos nunca; el amigo humillado,

las cartas de consuelo que nos aburrió escribir.

Y como calaveras desecadas brotarán las promesas

que alguna vez hicimos

porque sí al pasar.

El ratón que hervimos vivo en la lata oxidada,

el gato al que aplastamos vivo, el perro al que quebramos

la pata familiar; y algo mas:

Saldrán a recibirnos los sueños que incitamos

para no satisfacer,

la blasfemia por broma profanando el sagrario,

la lascivia sin goce,

como bestias tristes en la hora final.

Insectos y promesas, gentes, miradas, cuerpos,

se apiñarán al vernos

a la puerta de un infierno sin reproches,

donde nadie nos espera,

y nos dejarán pasar.

por Hellén Ferro